La Escayola Tour pasa por Salamanca: impresiones de una noche emocionante en “Verano se escribe con Blues”

Dentro de diez días termina la gira de verano que empezamos a finales de junio, que quedará para mi historia personal como la gira en la que me subí a un escenario con la pierna enyesada a dar un show.  

El jueves pasado actuamos días en Salamanca, dentro del ciclo “Verano se escribe con Blues”, que se celebra en la Biblioteca Municipal Torrente Ballester.

Foto de Iraide Expósito

Foto de Iraide Expósito

Para esta ocasión invité a mi amiga, la coreógrafa y bailarina Esther Tablas, con la que ya colaboré en “Red River”, a que bailara en nuestro concierto. Y ella se acercó desde Madrid a entregarnos su arte.

Además de enriquecer el espectáculo, Esther ejerció de compañera y amiga, me ayudó y asistió en todo (aún cojeo y no puedo estar de pie mucho rato seguido) y su presencia fue balsámica para mí.

En el escenario, uno de los momentos más bellos se dio durante el solo de contrabajo de Fran. Yo sentí cómo la danza de Esther sobrecogía e impresionaba al público y volví a sentirlo cuando ambas interpretamos Red River” solas en el escenario, al final del concierto.

Foto de Iraide Expósito

Foto de Iraide Expósito.

Pero no fueron los únicos momentos emocionantes del concierto.

Quien me conoce sabe que me caracterizo por subirme al escenario sin imposturas ni artificios. Mis instrumentos son mi voz y mis emociones y mis canciones suelen ser muy personales, siempre basadas en historias y experiencias propias.

Foto de Iraide Expósito

Cuando presenté uno de mis temas nuevos, “How to let you know”, expliqué que una de las cosas que aprendí durante el confinamiento de 2020 fue que nunca más iba a desaprovechar la oportunidad de decirle a alguien que le quiero, que le echo de menos, que tengo ganas de verle. De eso habla esa canción. Y mientras explicaba esto yo misma me di cuenta de cuánto me han cambiado estos últimos años. Antes jamás me hubiera atrevido a confesar algo así en voz alta y en público. Y mucho menos me hubiera atrevido a confesarlo entre lágrimas.

Porque sí, cuando presenté esa canción me eché a llorar, no pude evitarlo, y el público, generoso como siempre suele ser conmigo, suspiró cuando terminé de hablar y aplaudió cuando terminé de cantar el tema.

Creo firmemente el público siente y conecta y agradece la honestidad del artista. Al menos esa ha sido siempre mi experiencia, y así lo sentí la otra noche en la Torrente Ballester.

 Gracias por tanta generosidad, Salamanca.

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