Soy la música que hago. Una reflexión sobre música y emociones.

Hoy he recordado un post que publiqué en redes hace unos tres o cuatro años. En él hablaba de cómo en el escenario muestro emociones que nunca me atrevería a mostrar en público. Contaba cómo en el escenario estoy comunicando un sentimiento, propio o ajeno, pero al final interpreto un papel que me permite mostrarme vulnerable, autoritaria o melosa si así lo deseo. Porque es un papel.

Foto de Ana Hortelano

Foto de Ana Hortelano

Eso ha cambiado un tanto desde que escribo mis propias canciones.

Es difícil rastrear cómo y cuándo se produjo el cambio, pero sí sé que la música ha desempeñado un papel importantísimo en él. Cuando escribí aquel post hablaba de canciones de otros artistas. Ahora que canto las mías, a través de mis letras he sido capaz de verbalizar y mostrar en público algunas de esas emociones que permanecían ocultas.

Y todo lo vivido estos últimos tres años ha precipitado el siguiente paso. Ahora soy capaz de expresar lo que siento también fuera del escenario. Ahora soy capaz de decirle a alguien “te he echado de menos” o “tengo ganas de verte” sin miedo, sin autocensura y sin conflicto interno tampoco. ¿Qué tiene de malo o de vergonzante querer a alguien y decírselo? Nada. Eso es lo mejor que ha hecho la música por mí. Enseñarme a decir lo que siento y a mostrarme como soy.  

Igual es que no hago música, sino que soy la música que hago.

Foto de Isa Riaño.

También tendrá algo que ver que cumplo años en un par de días y ya a estas alturas una pasa bastante del qué dirán. Por fortuna.  

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